-¿Cómo estás?- me preguntó preocupado mientras entraba otra vez de mi departamento. Me encogí de hombros mientras volvía al sofá, evitando toparme con sus ojos azules ¿Acaso no era obvio?

-he estado mejor- respondí débilmente, pero de pronto mis pensamientos anteriores comenzaron a inquietarme otra vez- ¿Minelli…Minelli te envió? ¿Alguna novedad?

Él sonrió ante mi pobre intento de aparentar calma y se acercó para sentarse junto a mí.

-nop- fue todo lo que dijo

-ya veo…

Ambos nos quedamos en silencio. Sin dirigir la mirada a nada más que el vacío. No estaba en mis cabales, pero no podía haberme equivocado tanto. Jane tenía algo trabajando en su cabeza y se moría por decírmelo, pero esperaba que yo le diese la oportunidad para hacerlo. Típico de él.

-sea lo que sea que tengas en mente, no pienso escapar- sentencié finalmente.

-¿ah?- respondió dirigiéndome una mirada de sincera extrañeza- ¿qué te hace pensar que quiero que escapes?

Había muchas razones para llegar a esa conclusión. En primer lugar su extraño sentido de las reglas, las cuales no debían tomarse en cuenta si él consideraba que se había hecho "justicia" y, segundo, estábamos hablando de Jane.

-¿por qué otra razón habrías de venir? Es cuestión de tiempo para que me arresten

-eso no va a pasar-dijo otra vez con esa irritante seguridad, por lo cual le dirigí una mirada llena de fastidio.

-¿¡podrías parar?! ¡Todo indica que fui yo! ¡Incluso mi propia mente en blanco!

-que tu cabeza esté en blanco no significa que tú lo hayas hecho. No recuerdo haberte dicho que tú mataste a McTeer.

-pero dijiste que…-balbuceé sin entender. Volvió a sonreír aún más ¡Bingo! Lo había logrado. Ahora la conversación era lo suficientemente divertida para que soltara lo que tenía en mente. Claro, a costa mía.

- dije que todo esto era"interesante"- explicó como si yo fuese una niña- y si la memoria no me falla también que "no me iba a rendir tan fácilmente". En ningún momento "culpable" o menos aún que algo estuviese mal con tu cabeza.

-entonces explícate.

Sus ojos brillaron otra vez. Parecía un niño de 5 años a punto de revelar la más grandiosa de las historias.

-aquí sí viene lo "interesante"…-dijo divertido.

Al principio no le creí ¡Era demasiado descabellado! ¿Drogada? ¿Por eso no recordaba nada? ¿Y todo por cortesía de Roy Carmen? ¡Imposible! Pero la verdad es que no se me ocurría una explicación más lógica. Eso me daba a entender el porqué de la insistencia de citarme semana a semana con el fin de conseguir mis huellas y que ese día martes el café realmente me había sabido a diablos. Podía sentir mis uñas incrustándose en la palma de mis manos. Si no había matado a McTeer, entonces iba a matar a ese bastardo de Carmen por haberme hecho creer que estaba loca.

-hijo de…-murmuré a punto de perder el control cuando de pronto un par de manos se posaron en las mías, desconcertándome por completo.

-antes de que comiences a idear formas de llenar de plomo a Carmen- dijo Jane medio en serio y medio en broma, mientras sujetaba firmemente mis manos para tranquilizarme- todo lo que te acabo de decir explica muchas cosas…pero no soluciona nada.

-¡Pero...!¡Oh!- al principio no entendía qué quería decir, pero comprendí a qué se refería. Tenía razón. Más allá de lo bien que sonase, no había pruebas de que Carmen me hubiese drogado, que hubiese plantado mis huellas o que matase a McTeer. Las pruebas duras aún apuntaban en mí contra ¡Demonios!

-exacto- dijo él siguiendo el hilo de mis pensamientos a pesar de que ni siquiera había articulado palabra- la única forma de librarte de esto es conseguir la confesión de Carmen.

Bajé la mirada, perdiendo la poca esperanza que había reunido. Eso parecía imposible siendo que todo estaba a su favor ¿Por qué iba a confesar si yo era un perfecto chivo expiatorio?

Sentí la mano de Jane más fuerte entre las mías dándome ánimo y la otra tomando mi barbilla para levantarla y hacerme que lo mirase otra vez.

-¡Oh! ¡Vamos, Lisbon!- dijo amablemente- ¡Aún no he terminado! ¡No puedes deprimirte en la mitad el show y perderte el gran final! Por quién me tomas al creer que volvería sin una de mis planes brillantes. Eso es insultante.

Por unos segundos sentí ganas de gritarle que no era el momento para niñerías, que todo esto era un asunto serio y que mi libertad dependía de todo lo que hiciésemos de ahora en adelante, pero no pude…Lucía tan confiado, divertido y ansioso por ayudarme que no pude evitar sonreírle de vuelta. Hace tiempo que yo no le preocupaba a alguien y aunque era algo incómodo que ese alguien fuese Jane, no podía dejar de sentirse…bien. Aunque claro, no podía dejar que se diera cuenta de ello y puse los ojos en blanco, fingiendo impaciencia.

-entonces… ¿qué tienes en mente?

Volvió a sonreírme. Emocionado porque estaba dispuesta a seguir su plan…o quizás porque poco a poco volvía a ser la misma que él conocía y que me moría de ganas de hacer pagar a ese imbécil de Carmen...