Let All The Red Go

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So take this one fallen man on his knees
Saying please forgive me

Forgive me. - Missy Higgins

Lisbon tamborileó nerviosa los dedos sobre la agenda telefónica acomodada en su regazo mientras miraba insegura su celular aguardándola desde la mesa. Estaba esperando cualquier excusa, cualquiera para no hacer lo que tenía que hacer. Quejarse la hora era una muy válida. Eran casi las dos de la mañana y él debía estar durmiendo. Nunca le había contestado de buena gana despierto y dudaba que lo hiciera en medio de la noche. Por otro lado, ella estaba exhausta. Sólo quería ponerse el pijama y hundirse en las almohadas hasta la mañana siguiente.

Sí, no era conveniente comunicarse con él en esas condiciones. Sólo iba a lograr un discurso incoherente cuando ahora más que nunca tenía que ser clara en lo que quería decir.

Suspiró con fastidio al darse cuenta que, a pesar de que ambas excusas eran buenas y de que las había utilizado con éxito en el pasado, aún ella seguía sentada en el sofá sin atreverse a mover de ahí. No podía desperdiciar la oportunidad ahora que al fin había juntado el valor para hablar con su hermano. Si se levantaba y lo dejaba para otro día estaba segura de que no iba a suceder a menos que otra vez cierto consultor la engañase cruelmente haciéndola creer que le quedaban pocas horas de vida. Apretó los puños instintivamente al recordar la jugarreta de la que la había hecho víctima tan sólo unas horas atrás. Ya no estaba enfadada, bueno sí, pero no porque la engañase, sino porque había dado resultado y eso era lo que más resentía.

Odiaba que Jane tuviese la razón.

Por primera vez en meses se sentía feliz de estar viva. No es que no lo estuviese antes, pero en el último tiempo sentía más culpabilidad al respecto que alegría. Durante toda su vida había visto personas morir frente a sus ojos que no lo merecían. Primero su madre, luego su padre y por último Bosco. En ningún caso ella quería terminar de la misma manera, pero no podía dejar de sentirse indigna de su suerte. No era nada fuera de lo común, nada en especial, pero el Destino seguía favoreciéndola por sobre aquellos con más meritos que ella. Sin embargo, todo lo ocurrido le había recordado que no podía seguir lamentándose por cosas a las que nunca iba a poder encontrar respuesta y que simplemente tenía que agradecer que aún tuviese la oportunidad de enmendar sus errores y seguir adelante.

Al pensar en esto, en un arranque de valentía alcanzó de un zarpazo su teléfono celular y comenzó a discar. No iba a esperar otro juego enfermo de Jane para hacer lo que debía…

De pronto, justo cuando había comenzado a dudar otra vez, sintió un golpeteo insistente en la puerta. Presa del desconcierto, torpemente escondió el aparato y la agenda bajo los cojines del sofá y se apresuró a abrir preguntándose quién rayos podía aparecerse a esas horas de la madrugada en su departamento.

Cuando lo hizo y vio a Jane con una sonrisa de oreja a oreja y sujetando apenas una gran bolsa de papel marrón ya no le pareció tan descabellado.

-¿Qué demonios haces aquí?- preguntó cruzándose de brazos y bloqueándole cualquiera intento de más de las dos de la mañana...

-¿Hay una hora límite para comer comida china?- bromeó- ¿Me ayudas con esto?

Le estiró la bolsa de papel y mientras Lisbon la recibía distraída aprovechó de escabullirse dentro del departamento.

-¿Qué se supone que estás haciendo?- exclamó cerrando la puerta tras ella y lamentándose de torpeza. Había visto ese truco millones de veces y aún así había caído redondita.

-Estaba por el vecindario y decidí pasar a saludar.

Ella lo fulminó con la mirada. Detestaba que ni siquiera se esforzara en mentirle.

-dime la verdad...

-¡es la verdad!

-¿Y la bolsa de comida?

-No quería pasar con las manos vacías a sabiendas que eran "más de las dos de la mañana" como supuse que me echarías en cara ¿Qué hay de raro en eso?

-¿Partiendo por el hecho tú vives en Malibú y que tienes nada que hacer en Sacramento a estas horas con una bolsa de comida...?-respondió sardónica.

-Bah, detalle, detalles...-dijo divertido y haciendo un ademán con la mano para quitarle importancia.

Se sentó en el sofá y comenzó a sacar la comida de las bolsas, ignorando la mirada atónita de su comensal ante su desfachatez. Había estado sólo una vez en su departamento y se movía casi como si hubiese vivido ahí toda su vida-¿Vas a sentarte? Se va a enfriar-dijo muy campante.

Lisbon se quedó de pie insegura de lo que iba a hacer a continuación. Podía verlo en su mirada y notarlo en su sonrisa inocentona. Había algo más detrás de su extraña visita. No había ido a pedirle disculpas, él nunca lo hacía cuando sabía que a fin de cuentas había hecho "lo correcto", entonces ¿qué rayos hacía ahí? Nada bueno seguramente…

Sin embargo, al momento que él volvió a insistir para que lo acompañase decidió darse por vencida y seguirle el juego bajo su propio riesgo. Se sentó a su lado para arrebatarle la porción de arroz de sus manos y comenzó a comer. Había esperado toda la noche por una excusa para no llamar a Tommy e irónicamente quien la había incentivado a hacerlo ahora era quien se lo impedía.

Sonrió para sí y decidió disfrutar la cena ya que la noche no le podía aguardar más sorpresas ahora que el único aspecto incontrolable de su vida estaba donde sus ojos podían verlo.

Sin embargo, como siempre, no se había dado cuenta que, al hacerlo, por segunda vez en el día había caído en otro de sus "brillantes" planes para ayudarla...Claro está, en contra de su voluntad.

Autor : by PetitJ (AgenteJ)


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